Oyéndose las campanas
doradas y lastimeras.
Cuáles raudas cerbatanas
se han ido, bermejeciendo
las peonías desgastadas.
Repiques, añafiles suenan
por los vertiginosos caudales
y por las agrias ciudades ruedan
cuáles bípedos, valerosos y vitales
los caballeros que sin espada
y con su faz ensangrentada,
blanden una guerra ultrajante
y vastamente jadeante.