Porque tú tienes la facultad de hacerme soñar
De hacerme sentir siempre en la superficie,
Sin el balanceo de las olas del pesar, del dolor,
Y contigo floto en un incesante mar de paz.
Porque tú tienes siempre la identidad que busco
La que llegas a encontrar cuando estamos a solas
Cuando se enciende esa llama que arde inextinguible
Y eres el aceite que alimenta la llama de mis ideas.
Porque tú sabes la pintura que me gusta.
La música que me estremece, que me deleita,
La poesía que está encerrada en mi corazón,
Y cómo estalla en una cascada de manantiales.
Porque tú sabes elegir, como nadie mis manjares,
Y sabes hacer del más austero sillón, el mejor trono
Y adónde los bosques se enturbian de sombras,
Tú y sólo tú, les das el resplandor al mediodía
Y porque tú, y sólo tú aciertas de pleno siempre,
En mis dudas, en mis temores, en mis risas y mis llantos,
En mis aciertos, en mis logros y también en mis fallos,
Y porque contigo me siento elevado, querido, siempre amado.
Porque tú tienes la portentosa savia del árbol de mi vida,
Que nutre mis sentidos y enriqueces mis sentimientos , mis valores,
Y porque me haces perseguir los designios de tus caprichos …
Que son los míos y completas todos mis significados.
Porque tú, de entre la agitación de mis océanos
Saliste de sus profundidades y entraste en mi vida
Y de allí traes lo más bello y lo inimaginado, lo no soñado aún …
Porque tú tienes la llave de mis secretos mejor guardados.
Jesús M. Jiménez