Dentro de un horizonte de deseo
te escucho sin querer
recuerdo que su hogar
era una pecera de gatos
vuelo blanco
que desconoce el viento enlutado
una escoba para barrer el desierto
arreglos para que la muerte
maledicente
sople a destiempo
como un triángulo amoroso
de ojos de trapo
bien atados
hasta el amanecer
en este corazón inclinado
que le cuesta latir
sobre la piedra
como pez fuera del agua
alma caudal
con habitaciones
que el océano
nunca llega a inundar
me arropo con las tijeras
que el alba nos depara
aunque el silencio enferme
sonrisas enmascaradas.