Jesús Ángel.

¡Qué sabré yo de poesía!

 

Si no practico métrica, si la rima viene y va, si escribir es un flujo, el constante de una vida.

 

Un acto profundo entre mente, experiencia y el alma, de libertad y trabajo espiritual.

 

Si soy el eterno aprendiz de mis propias letras, un polluelo que rompió su cascarón ante el ancho y vasto mar...

 

¡Qué sabré yo de poesía!

 

Si un día sí y otro también, desde el mismo despertar, y hasta en mis propios sueños, sigo el mismo flujo.

 

Tiempo para la soledad, para el silencio, para la reflexión y siempre para autoanálisis.

 

Si escribo sobre sombras, luces y posibilidades, la fortaleza del ser, la motivación e inspiración..

¡Qué sabré yo de poesía!

 

Si ella es la musa, el libro del que aprender, el patrón a seguir...¿qué otra cosa sino vida?

 

Si soy quien soy, ni mejor ni peor, ni más ni menos, un amante del universo, y un espíritu libre...

 

¡Qué sabré yo de poesía!

 

Si escribo sobre este río, unas veces en calma, otras, bravo y revuelto, y otras con turbulencias.

 

Montaña rusa, de caídas y bajadas, de aceptación y dolor, y, aún así, de eternas posibilidades.

 

Si soy otro habitante de la vida, amante de la profundidad, de los sonidos del silencio y de las cosas sencillas...

 

¡Qué sabré yo de poesía!

 

Si no practico métrica, si la rima viene y va, si escribir es un flujo, el constante de una vida.

 

Un acto profundo entre mente, experiencia y el alma, de libertad y trabajo espiritual...

 

¡Qué sabré yo de poesía!