Mujer de rizos,
espero nuestro espontáneo encuentro,
la calle de nuestro diálogo,
las curvas tangenciales de nuestras sonrisas.
Irremediablemente te amo;
espero que el mundo dé una vuelta de dos pi
y te adhieras, en tu libertad, al amor de mí.
Lucharé por mí, regándome al regarla;
dejaré que tu amor fluya en mis venas sin cadenas,
que navegue por su laberinto.
Te amo por algo inexplicable adentro mío.
Sé que te llevas algo de mí, ¿me soñarás?
Poco a poco estoy dejando de pensarte,
simplemente, eso no anula mi amor: es fluctuante,
porque luego te posas en mi cuarto, tarde,
y vuelvo a amar tu olor que arde,
a amar tus ojos amantes del control,
tus llantos dormidos, tu timidez ante el amor.
Aquellas pláticas donde cada pregunta
al pasar del tiempo se volvieron respuestas.
Me conociste hasta la piel de mi tristeza;
nuestros contrastes fueron fundiéndose,
hicimos tantos verbos encenderse,
los dotamos de amor y de vida...
para luego dejarlos en la sala,
donde por última vez, labios y ojos
se unieron en la misma dirección,
para al día siguiente tirarse al río,
en paralelo.