El Cronista sin puerto

Los días que no existen.

Hay días que no suceden,

solo pasan por nosotros como trenes sin destino.

Los miro irse —con su carga de voces,

con sus relojes que no marcan nada—

y pienso que quizá la vida

no sea más que eso:

una sucesión de ausencias bien ordenadas.

 

Intento hallar sentido en la rutina,

pero el espejo no responde,

solo me devuelve la sombra

de alguien que aún pregunta.

 

He sido todas mis huidas,

y en cada regreso me pierdo un poco más.

El alma también se muda,

aunque el cuerpo se quede quieto.

 

Y si algo aprendí del vacío

es que el silencio,

cuando se pronuncia con fe,

también puede ser una forma de oración.