Doy mi carne desgastada
a la historia merecida,
mi alma y mis poesías
a la vida de palabras.
Doy mi ser día tras día
a los poemas del alma,
y entre los versos la tinta
de muerta, pasa a la vida.
Cedo mi luz a tinieblas
como el faro cede al mar
con el brillo de poemas.
Soportando oscuridad
con la lucha de esa vela
que me da la claridad.
Cedo mis manos, mi cuerpo
cada día en el portal
pido a cambio nada más,
que se disfruten mis versos.
Y cedo de mi, lo que siento
y espero, que al comentar
alguien entienda que quiero.