Alberto Escobar

Mi faro

 

 

 

Como un faro,
mi faro, fuente 
de luz desde el co
razón de una tierra
lejana, y me alumbras
te nada más llegar a mis
inmediaciones —la vida,
generosa para conmigo,
te desvió hacia mi camino—. 
Como un faro sin el como
delante, una luciérnaga de
vida, un manantial siempre
cristalino donde beber es goce,
y te encontré de la manera 
más placentera, por un azar 
como cualquier otro, en un fo
ro conversacional a propósito
de lo laboral, tú lejos mas cerca,
y las palabras que de ti a mí iban
y de mí a ti fueron socavando tu
frialdad ya instalada, fortín de olvi
do de una anterior batalla, y al rit
mo de una gota constante sobre la
frente me fuiste horadando, te fui
horadando sin ser testigos de ello.
Como un faro, el faro, el único, ma
nantial de una luz que es la luz que
los ojos del alma me pedían sin voz,
como un crisol —eso me eres— de pre
seas venidas de una tierra que Colón
sintió oriente siendo occidente, que la
casual cuna materna y paterna la tra
jeron a mis inmediaciones, la hicieron,
sin yo saberlo, sin ella saberlo, presa, pre
sea, cerbatillo inocente a mi sed, a mi ga
na de seda acariciosa, a mi besar sin lími
te ni concierto, a la virtud abrasadora de
mi lengua...
Faro, mi faro, siempre faro, aunque el
acaso del giro, de la maquinaria, la lleve
a no alumbrarme, a alumbrar a otro peda
zo de corazón de diferente forma y color
—aún así, mi faro, mi solo faro, mi luz—.