Dicen que el miedo protege,
pero a veces encierra.
Que el valiente no es quien no teme,
sino quien avanza aunque tiemble la tierra.
He caminado entre dudas y sombras,
con los bolsillos vacíos y el corazón lleno.
Porque no hay mapa cuando se sueña,
solo fe, y un fuego interno.
El mundo te grita: “quédate quieto”,
que no es tu momento, que el riesgo es incierto.
Pero yo aprendí que el éxito espera
del otro lado del miedo, del intento incierto.
Crecí cayendo, fallando, perdiendo,
pero en cada golpe me fui entendiendo.
No hay cima sin cuesta,
ni gloria sin herida que duela en el pecho.
Yo vengo del ruido, del no se puede,
de los días grises y las noches sin fe.
Pero algo en mí nunca muere,
una voz que dice: “Inténtalo otra vez.”
He visto a muchos quedarse mirando,
esperando el “momento perfecto”.
Y entendí que el momento es este,
que el éxito no se espera, se inventa en el intento.
Camino firme, paso seguro,
con la mente clara y el alma en apuro.
No temo al fracaso, porque en lo oscuro
nacen las luces de mi futuro.
Sin miedo al éxito, sin freno ni excusa,
porque la grandeza no pide permiso, se usa.
El miedo es parte, pero no es mi guía,
yo sigo mis sueños… aunque duela la subida.
Y si caigo, me río del polvo,
me sacudo el alma y sigo otro trozo.
Porque mientras otros dudan del paso,
yo ya voy dejando huellas en el asfalto.
Así que mírame: imperfecto, real,
con errores, pero con un plan brutal.
No vine a mirar, vine a lograr,
sin miedo al éxito… y sin mirar atrás.