No habrá quien pare a una juventud desesperada.
No habrá fronteras que pongan tapón a la sed.
NI pan, ni agua, ni comunicaciones.
No habrá riegos, ni sombra, ni donde esconderse.
No habrá paz ni para los insaciables malvados.
Solo sangre, violencia y muerte.
Un solo grito mudo y global que despertará fantasmas,
que volverá feroz hasta lo amable.
Nadie ayudará a nadie,
ni a los suyos.
Y todo será muerte y hambre y sangre y muerte,
muchas muertes.
Dama inmensa apoderándose del muerto mundo.
Quizás, entonces, una flor brote entre cenizas,
una esperanza de amor entre lo horrendo.