Es la misma mierda,
con color distinto,
con olor disfrazado de promesa,
con forma de futuro brillante.
La misma mierda,
reencarnada en otras manos,
en otros besos que saben igual,
a derrota tibia.
Cambia el escenario,
las palabras,
las risas que al principio son verdad,
y luego rutina.
Pero al final,
cuando se apagan las luces,
cuando cae el maquillaje del alma,
todo huele igual.