Hay noches donde el alma no duerme,
solo respira lento, como temiendo romper algo invisible.
Emociones confusas cruzan el aire, dejando un eco que no sé nombrar. No es tristeza, tampoco calma… es ese punto medio donde la nostalgia se hace hogar.
Las dudas ya partieron, pero la espera quedó, firme, como un faro encendido para nadie.
El orgullo nunca me protege, soy más de corazón abierto, de disculpas que se escapan antes que el miedo las detenga.
A veces me pregunto qué es este insomnio, esta forma de buscar algo que quizás ya no tenga rostro.
No desesperar, me repito, aunque el vacío a veces respire más fuerte que yo.
Y me descubro pidiendo en silencio, no a alguien, sino al destino, que un día las cosas lleguen con la misma ternura con la que las espero