Un niño que causa lío
no busca hacer el mal,
lleva un dolor escondido
que no sabe explicar.
Su llanto pide cariño,
su enojo, comprensión;
tras cada gesto travieso
late un herido corazón.
No grites si ves su pena,
míralo con ternura;
el alma sana en la calma,
no con mano dura.
Abrázalo cuando dude,
muéstrale el buen camino;
a veces cura el abrazo
más que todo el castigo.