El escritor que acomete las palabras
con las mejores técnicas de redacción,
sucumbe ante las comas y puntos,
que están continuamente anulando
las emociones, que quiere expresar el alma.
Mis manos incondicionales
están palpando una angustia,
que no cabe en los renglones,
porque no se puede expresar,
la naturalidad sabía
de un verso libre.
En cambio,
la lógica lingüística,
academicista, formal,
está tratando de enhebrar
las frases que están
adornadas de pulcritud,
pero no logran comunicar voz.
Son los trazos de un diccionario
demasiado ocupado
por los párrafos formales de la palabra;
de los besos en la mejilla por cumplir;
de las manos, que no transmiten nada;
de los versos, que se apilaron
entre una multitud de intenciones
y se quedaron impresos,
sin que nadie los sintiera….