Es un canto de sirenas
la rotura de la noche
cuando se muerden los versos
que frágiles alucinan
en las pestañas se inmolan,
en las musas se posan
aprisionando los pétalos
en la raíz de los párpados
y en los labios se deshojan.
Es el hormonal aleteo
constelación de endorfinas
que sacian las alegrías
en el placer más inmenso
de la cosecha servida.
Y en la extensión del cartílago
se anidan las emociones
nostalgia de las pasiones
y arrumacos de delirio
de letras que fueron puentes
y… necesariamente recurrentes.