En las entrañas de la patria herida,
donde el oro brilla con engaño,
yace un lamento, una tierra vendida,
por manos que ambicionan el daño.
Mineros voraces, cual plaga invasora,
desgarran el vientre de la Pachamama,
dejando cicatrices que el tiempo ignora,
y un río de sangre que el alma reclama.
Mandatarios ciegos, sordos al clamor,
entregando el tesoro a la codicia ajena,
traicionando el legado, el honor,
mientras el pueblo sufre la condena.
Pero en cada ande, en cada corazón,
late la fuerza de la resistencia,
un grito que exige reparación,
y un futuro digno, sin indiferencia.
Que la memoria sea llama encendida,
para no olvidar la tierra ultrajada,
y que la justicia sea la medida,
para sanar la patria amada.
© Corazón Bardo