Anoche entendí por qué su amor me calma.
No fue por las palabras, ni por las promesas.
Fue por la forma en que su presencia me hizo sentir a salvo, como si mis pedazos no asustaran, como si por fin alguien los mirara con ternura.
No llegó a rescatarme.
Llegó a quedarse, sin pedir explicaciones del pasado, sin huir de mis días rotos.
Y desde entonces, hay algo distinto en mí. Una luz, un brillo que no había visto antes.
No porque el dolor se haya ido, sino porque su amor me enseña a mirarlo sin miedo.
Sanamos lento,pero sanamos juntas.