En el poema presente,
dondequiera, ya no es alguna parte...
pues eres la que ya no viene...
Y es que, como tú nadie,
mi ángel sin alas que vestías de glasé,
en la esquina de mi calle...
¡Ay, mujer ausente!
esa voz que en el último sol de la tarde,
me nombró por mi nombre...
Y a partir de aquel entonces,
ya no soy nadie,
solo un traje triste, vestido de hombre...