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EL SULTÁN : PARTE 5 (SULTANA DE LAS ROSAS )

Llegó la primavera, y con ella el día del anuncio.
El palacio entero fue adornado con flores.
El Surtán tomó su mano de porcelana y le colocó un anillo forjado con las gemas más puras del reino.
—Tú eres mi destino, mi reina, mi único amor —le dijo—.
Desde hoy, nadie volverá a dañarte. Eres mi refugio, mi esperanza, el corazón de mis hijos y la guardiana de este reino.
El pueblo celebró.
Las mujeres que antes la odiaban callaron, y la Reina Madre bajó la cabeza ante la fuerza del amor.
Desde aquel día, el viento del desierto comenzó a susurrar su historia.
Decían que donde caminaba la Surtana, las flores crecían,
y que su risa podía calmar tormentas.
Porque el amor que nació en el fuego terminó gobernando bajo la luz del sol.