LOURDES TARRATS

Metamorfosis en caída

 

Intenté asesinar al amor,

ese huésped cruel

que desgarraba mi pecho con manos de sombra.

 

Por tal razón,

me arrojé por la ventana

no como quien huye,

sino como quien se ofrece

al lenguaje del abismo.

 

Y en el aire —

ese instante sin suelo ni cielo,

donde el cuerpo no pesa

y el tiempo se curva —

entre el vértigo y la gravedad,

el dolor se desplegó como remos rotos,

y cada segundo

era una página escrita con mi cuerpo.

Entonces,

te vi pasar

vestido de relámpago y deseo,

con la piel encendida de pasiones antiguas.

Tu cuerpo,

una constelación en llamas,

atravesó mi caída

como un presagio.

Tu paso,

grieta en mi invierno,

me inoculó la fiebre

del asombro.

Y entonces, en medio del derrumbe,

me nacieron alas.

No por voluntad,

sino porque el vacío

me reconoció como amante,

como si el abismo, mi abismo

hubiera sido un nido.

Lo que no tiene nombre, pide un poema.

—L.T.