Dilucidaciones
Tratando los poetas ya se encuentran,
entrar en el jardín de tu valía,
haciendo y deshaciendo poesía
que nunca en su interior tocan y entran.
Halagan al corcel que ven de lejos,
tomando de la fuente una escultura
y ensalzan para todo la estructura
que deja aquel vaivén de los reflejos.
Yo, nunca trato al agua en que me sacio,
mas debo de explicar con fundamento;
que existe en la memoria un pensamiento
que vibra y alardea por su espacio.
Se cree, dicen los sabios con tal pieza,
que el alma se concentra en lo que ignora:
pero otros, con propuestas hacen mora,
dejando por prestigio la belleza.
No todo lo que brilla es cuan diamante
ni todo lo que vemos, fuente pura.
Los ojos solo observan la figura;
en donde ya han pasado, van delante.
Tampoco en el oficio vanguardista
el hilo ha superado fina seda.
Yo creo en aquel arte que se queda,
no importa si es rimado o pierde vista.
Yo sigo el instrumento perfilando,
buscando en la memoria una posada
de Dios, que me bendice y que me es dada
cuan luz, sabiduría en fijo mando.
La esencia siempre está más que la forma,
e importa en el umbral su monocordio.
Aplíquese el taller contra el exordio
y dígame, panida, ¿qué es una norma?
Se sabe, que en el mundo hay mil opciones,
así, tal cual existen formas tales:
mas ¿quién se vuelve vate sin canales,
bordando por jardín las opiniones?
Los frailes son pastores del oficio,
los bardos, artesanos por talento;
los pueblos, son y dan el nacimiento
del arte procesado y sacrificio.
Aplaudo al que conoce y que persiste,
mi mano es una puerta entre el obrero
que insta en su camino misionero
al hombre pensador que versos viste.
Es cierto que el que corre en el camino,
en hombros va la carga que le hostiga.
No obstante, siempre existe mano amiga,
ya sea Dios del cielo o peregrino.
El arte es el lenguaje que se expresa
en místicas visiones preparado,
por manos escultoras es tallado
y finos pensamientos se profesa.
Yo sé que hacer detalles con tesura,
eleva por virtud convaleciente
del hombre, su vital coeficiente,
ligado al despertar de su ternura.
Mas hiendo en lo profundo del paisaje,
el arte es el dialecto de la vida,
en toda reacción toma medida
y lleva en su camino un equipaje.
La vida con el arte es que se expresa
y esculpe por virtud su propio asiento:
pues solo en sentimiento y pensamiento,
recorre el pedestal en cual progresa.
En fin, que la maldad está en el hecho
de ser conocedor y no decirlo;
por tanto, con pensar y discernirlo,
se funde en lo inmortal del propio acecho.
Conózcase el perfil e itinerario
del sol que nos alumbra como historia.
¡La lucha es el camino a la victoria
y en ella, venceremos si lo es diario!
Por eso hay que sembrar la buena sierra,
sacando de sus piernas la herejía.
¡Qué nazca por los siglos poesía
y vibre en las entrañas de la tierra!
Samuel Dixon