Sobre una vieja cuerda, crepitan muy valientes, unos pies descalzos.
La cuerda traquetea, pidiendo asistencia, entre las serranías.
De un hilo, depende, una valerosa y audaz alma.
La cuerda oscila, como el mecer de hamaca.
Una impasible ave, divisa sobre la soga, una acalambrada larva.
El viento silva, señalando la gustosa presa.
El ave deslumbrada por tan delicioso manjar, muy ágilmente,
lanza la punzada mortal, rasgando la soga.
Los pies se sacuden por los aires.
Con premura, la larva zarandea su cuerpo, sorteando el peligro.
Aunque los pies fueron muy valientes, hoy nadie habla de ellos.
Y a solas, la larva los devora.
Si me preguntan por el ave.
Me faltan las alas.