Salve, Altagracia bendita,
Madre buena del conuco.
¡Salve, salve, Virgen pura,
luz del pueblo y su refugio!
Reina del monte y del llano,
del cafetal y el bohío.
¡Salve, Madre de los pobres,
flor del alma y del rocío!
Tú que escuchas al que llora
y al que canta su esperanza.
¡Salve, Altagracia del cielo,
del arado y la labranza!
Guarda el campo y su semilla,
guarda al hijo que madruga.
¡Salve, Reina de la tierra,
que al dolor siempre da fuga!
Bajo el sol de la jornada
o en la lluvia del invierno,
nuestro amor y pan eterno!
Del machete y de la palma,
del gallito madrugador.
¡Salve, Madre campesina,
llena el campo de tu amor!
Salve, salve, Altagracia,
de mi pueblo protectora,
que tu manto nos ampare
en la noche y en la aurora.