Ojalá te sorprenda una tarde de esas,
una de esas tardes, con vocación de lunes,
donde te parezca cansado
El mismo canto de pájaro que se posa
Afuera de tu ventana.
Una tarde de esas,
Donde el cielo pese, con nubes,
Y sus quejido
Y las calles te parezcan absurdas
Con su silencio.
Y que las costuras de tu paciencia
Vayan una a un
una de esas tardes donde el sol huye
de tu ventana, de tu puerta, de tu calle.
donde tus palabras cansadas, no encuentren
un reposo, o no quiera el refugio
de las mismas manos de siempre.
y que en ese instante de tu desolacion,
donde ya el cielo ya no resista
la flaqueza de tus brazos,
y este te caiga.
yo entonces doble por tu esquina
tan casual, tan de nadie
pero en el fondo tuyo.
y tu, asi sin mas, en mi
desarmes tu furia
como una piedra que rompe
al final del abismo.
y te desarmes en mis brazos
y entonces comprendas
que este refugio
este cariño mio
es mas que un lugar tranquilo
que espera paciente
al pue del acantilado.
y te encuentre envuelta en el astío de la costumbre,
y te encuentres peleada con el mundo
con la paciencia descosida,
harta de la costumbre,
y de esa gente de siempre.
Ojalá así te encuentre,
ciudadana de tu furia
con tu boca repleta
de verbos afilados,
y llena de esas verdades que sacuden
el polvo de los estantes ajenos.
ojalá, y justo ahí
en el centro mismo de tu desolación,
cuando el cielo se rompa
sobre tu cabeza
me veas doblando la esquina,
tan casual, tan de nadie.
(pero casualmente tuyo)
Y, sin remedio, entonces me nombres,
y me alcances como una tormenta,
para desquitarte con mi calma,
para romper, furiosa,
como un mar embravecido,
que se agita y reposa
entre mis brazos.
Y así, al final
comprendas,
que este cariño mío,
este querer tranquilo,
es algo más que un simple refugio:
que espera paciente
a los pies del acantilado.