Yo recuerdo en mi niñez
una camita de alpaca
donde dormían seguras
unas ninfas y unas hadas.
Altivas, por jovencitas,
por bellas, desafiantes,
revolaban por la alcoba
sus desnudeces turgentes.
La ilusión de lo prohibido
me acusaba y en la pobreza
de imputaciones falsarias
impuestas por moralinas
en la escuela cultivadas,
las encerraba con llave,
las ventanas las cerraba
y un perdón improvisado
pedía para mi suerte.
¡ Seducción insinuante
fueron nereidas y hadas
a mi imaginación llegadas
de un mundo desconcertante.!
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO