Valentina Sevilla

Índigo en Noviembre

Índigo
Como el oscuro cielo que alberga mis silencios,
así mismo le conté al índigo mis sentimientos,
aquel que todavía llora por ti cada noche, y te extrañará cada vida

Hay veces en las que el aire me sabe a vidrio,
y con cada luna que te suspiro,
me desgarra la garganta en todos los sentidos, dejándome sangrar, desangrándome por algo que ni siquiera puedo controlar y que el destino puso en mi camino

Las personas siguen adelante,
el mundo sigue su desgraciada naturaleza,
el mundo sigue girando, ignorándome
pero yo me quedé aquí, donde tu nombre aún me suena
donde tu nombre aún me sigue atormentando
donde tu nombre aún me sigue haciendo daño
donde tu nombre, aún está

Noviembre no existe aquí,
Noviembre se quedó conmigo, suspendido
como un telar descosido
y con él, viene la ruina, la ruina de lo que alguna vez,
en lo profundo de mis pensamientos más escandalosos,
fuiste tú, aunque tus manos ya no existen,
aunque ya no recuerdo el sonido de tu voz,
aunque tu presencia se ha ido para siempre de mi lado,
siempre fuiste y serás tú

Nunca podré caminar con la herida abierta,
ni recorrer este sendero tortuoso que llaman vida sin ti,
porque tú, mi veneno más efectivo, eres difícil de superar,
no puedo evitar culparte, no puedo evitar odiarte,
pero te necesito, necesito tu nociva enfermedad y tu repugnante espina conmigo,
te necesito tanto como quiero soltarte y te necesito porque sé que eres el único mal que me hace bien

Todo el mundo dice que necesito dejarte,
que ni siquiera tienes que ser importante,
y no puedo evitar pensar en ellos con amargura,
con el profundo aguijón de la envidia y los celos envenenándome,
porque he visto cómo aman, y cómo hablan respecto a ese sentimiento,
y no se parece en nada a cómo te adoro a ti,

El índigo es mi tortura,
es un recordatorio de que aún te pertenezco,
es un recordatorio constante del fracaso que ha sido mi vida,
está en las flores que te gustan,
en la sombra frente a mí mientras escribo,
en mis memorias que añoro al necesitar algo del pasado,
es un índigo gélido, espeso, abismal,
como si me hubieras roto y no quisieras repararme de nuevo

Podría olvidarte, te lo aseguro
Podría cerrar la puerta, y olvidar las llaves,
enterrar el olor de tu perfume, e irme,
irme a un lugar que no te recuerde por todas partes

Pero no quiero,
No quiero olvidarme de ti,
Porque dejarte atrás sería perderte otra vez,
y ya no tengo voluntad para otro duelo

Así que aquí te espero,
en aquella playa de los recuerdos que ya olvidaste,
esperando un milagro que ya no te interesa,
mientras me alimento de la reminiscencia, vivo de nuestra nostalgia,
me como todo lo que desechas,
porque sé que, aunque yo te necesite para seguir nutriéndome, tu no me necesitas, no como yo lo hago

Si tu presencia es un veneno,
entonces no me cures,
Prefiero seguir muriendo por ti,
a vivir sin el agradable pasado de tu sombra

Noviembre sigue cayendo, inevitable,
y el índigo se arrastra por mi garganta, como cuchillas,
Tu nombre, todavía,
es lo único que suena sincero en este mundo,
Porque fuiste lo único que me vio a través de las murallas, y,
aunque elegiste irte de mi lado sin saberlo, me siento honrada de haberte conocido, pese a que nunca me consideraste como alguien digno de saber sobre ti,

Y mientras el mundo sigue esperando,
yo elijo quedarme contigo,
donde la ausencia me recuerda a ti,
donde doler es la única forma de seguirte amando.