Salmodia
Inclina tus oídos, padre amado,
no dejes de escuchar mis oraciones:
protégeme del mal con bendiciones,
que yo, contigo iré por cualquier lado.
Alumbra mis caminos en que he trazado
de manos y de labios, creaciones;
mi ser, clama y recibe tus perdones,
por eso es que te pido entusiasmado:
que seas, donde vaya, mi sendero,
la luz que no se apague y que me guía,
guardando mis secretos, compañero.
Pues eres mi papel, mi poesía;
el plectro, por el cual busco y espero
que llenes de esperanza y alegría.
Samuel Dixon