Desde mis dedos
hasta tus labios
se desliza
el Agua de Valencia,
pétalos de azahar en mi pecho,
espuma mediterránea,
azul de sal marina.
Entre tus manos,
los días requieren una espera,
las noches velas encendidas,
que todo lo malo arda
con las chispas que prenden,
pero que indulten al amor
y la mañana nos devuelva la calma,
pegada a tu espalda,
muriendo en ti.