Solo, ahí estaba yo, sentado en una silla del balcón de mi casa, con una copa de vino y un cigarrillo entre mis dedos.
Solo, pensando en ti, el humo nubló mi mirada y, en su danza efímera, dibujó tu nombre. Fue entonces cuando comprendí cuánto te amo, aunque este sentimiento habite únicamente en mí.
Solo, evocándote en silencio, sin tenerte a mi lado, acompañado únicamente por mi copa de vino y el cigarrillo que se extingue lentamente.
¿Será que piensas en mí? ¿Será que también me amas? ¿Por qué será que me invade esta soledad?
El cigarrillo se consume, el humo se desvanece en el aire, y mi mirada se despeja. Vuelvo en mí, y descubro que he viajado al pasado, a un recuerdo simple y profundo, a esos instantes en que estabas a mi lado… hasta que te fuiste y me dejaste solo.