el domingo sin padre
llega sin que lo esperes —
porque así fue siempre —
porque así fue:
un hombre ausente,
un hombre sin manos para dar,
un hombre sin nombre para nombrarme.
el que aparecía de espaldas,
el que vivía en otro lugar —
el que estaba sin estar —
el que rompió el hilo que nos unía
porque así lo decidió.
el que intentó comprar el amor
con billetes arrugados,
el que regresó sin quedarse,
el que volvió a irse sin dejar una nota,
el que rompió el pacto más básico:
el de permanecer.
el domingo sin padre
habla el idioma de lo que falta,
de lo que se rompió antes de formarse,
de lo que se debilitó sin que el nombre pueda salvarnos.
porque viví sin él.
porque vencí sin él.
porque aprendí que el vacío también deja lugar
para que aparezcan nuevos sueños.
porque el duelo continúa —
el duelo de aquel que muere sin dejar amor —
el duelo de aquel que elige el silencio.
el domingo sin padre
es el triunfo de una hija
que deja caer el pasado
de sus manos
porque así puede avanzar,
porque así puede vivir.
porque el que más ha abandonado
es el que más ha perdido.
porque el que más falta
queda sin nombre
y sin memoria.
el domingo sin padre
queda como un espejo roto
donde veo el reflejo de lo que soy
y de lo que seré
a pesar de aquel hombre
y de todos sus silencios.
Jennifer Abril ©
12/10/2025