Luis Barreda Morán

Dos Almas Viajeras

Dos Almas Viajeras 

Anhelo que en un destino futuro nuestros caminos se vuelvan a encontrar,
bajo la luz de un sol más amable y un cielo mucho más claro y brillante,
con el alma serena y el corazón dispuesto a un nuevo empezar,
dejando atrás las sombras de un tiempo que se fue para siempre,
dos almas viajeras que el universo decide nuevamente unir.

Deseo que entonces seamos más sabios, con la mente abierta y comprensiva,
habiendo aprendido de los tropiezos y del dolor que nos hizo crecer,
mirando hacia adelante con una esperanza renovada y activa,
sin las pesadas cargas que antes no nos dejaban avanzar,
libres para escoger el amor sobre cualquier otro deber.

Que hayamos perdido el miedo a mostrar lo que realmente sentimos,
con la inocencia que nace de conocer nuestra propia verdad,
y que todos aquellos enredos y malentendidos hayan terminado,
sustituidos por la paz de una conversación sincera y calmada,
donde tu mirada y la mía puedan al fin descansar en tranquilidad.

Imagino un lugar simple, tal vez un campo verde o una orilla tranquila,
donde las horas pasen con la dulzura de una canción suave,
compartiendo instantes sin la prisa que la vida nos exigía,
disfrutando la belleza de un atardecer pintado de colores,
tejiendo nuevos recuerdos con paciencia, cariño y bondad.

Que nuestro encuentro sea puro, guiado por la fuerza del sentimiento,
sin planes complicados ni esas discusiones que no llevan a un final,
abrazando cada risa, cada gesto, cada pequeño momento,
entregados al fluir de un río que sigue su curso natural,
aprendiendo a bailar juntos con la música del azar celestial.

Le pido al tiempo que nos conceda esa oportunidad de renacer,
como dos amantes que se reconocen tras un largo viaje,
ofreciendo lo mejor que tenemos sin intentar parecer,
aceptando las arrugas que en nuestra piel el paso de los años deja,
como mapas que narran la historia de una lucha que al fin se aleja.

Y que al fin, en esa existencia que quizás nos espera más adelante,
seamos capaces de sostener entre las manos este frágil amor,
cultivándolo con dedicación, siendo constantes y abundantes,
hasta que la última estrella en el firmamento deje de brillar,
y en calma podamos decir que juntos logramos descansar.

—Luis Barreda/LAB