Yoleisy Saldana

Y De Las Cenizas, Yo.

Después de dejarte, aprendí la ironía del adiós:
contigo conocí lo dulce del amor
y lo amargo de la desilusión.

Quedó nuestro amor tendido en el pavimento,
haciéndose hielo en plena primavera,
como si el corazón no entendiera de estaciones
ni de finales.

Ese sentimiento, que un día fue cielo,
se volvió hiel punzante,
una espina que aún recorre lo más hondo de mí.
Nunca imaginé que el amor que fue mi todo
sería también mi ruina y mi resurrección.

Porque de tus ruinas, yo me levanté.
Descubrí entre las grietas
a la mujer que había olvidado:
la que no baja la cabeza ante nadie,
la que coloca el amor propio
por encima de cualquier herida,
la que sonríe aun rota,
y camina con pasos firmes
aunque el suelo tiemble.

Entendí que hay amores que duelen
y marcan para siempre,
pero también comprendí
que nadie muere en el dolor,
solo se transforma.

Hoy no te guardo rencor:
fuiste huracán y lección,
caída y vuelo.
Ya no te amo, pero no te olvido,
porque en el acto de perderte
aprendí a recuperarme.

Y ahora sé —con certeza indomable—
que aunque el corazón se rompa,
la vida sigue siendo
ese viaje maravilloso
que solo se vive una vez,
y en el que a veces
hay que morir de amor
para volver a nacer de uno mismo.