Ven a amarme
Ven a amarme de mañana
cuando el día aún despierte
sé tú la más bella aurora
que mis pupilas contemplen.
Ven a amarme al mediodía
antes de que el sol arrecie
vaya a ser que mis deseos
en tu ausencia desesperen.
Ven a amarme por la tarde
entre las ocho y las siete
cuando al reloj se le antoje
con tu dulzor de claveles.
Ven a amarme por la noche
con la luna ¡tan alegre!
con tu taconeo alto
con tu garbo y con mi suerte.
Ven a amarme cuando quieras
te estaré esperando siempre.
Jaime Gil García