Es sabio acercarse a quien comprende,
que corregir no hiere, al bien pretende;
quien te orienta el alma al escribir,
lo hace por verte crecer y construir.
Aceptar la corrección con gratitud,
es siempre un signo de noble virtud;
quien mira tus errores con esmero,
te ofrece su cariño más sincero.
Ayudar a escribir con pulcritud,
no es soberbia, es pura magnitud;
pues quien te enseña a escribir mejor,
te dice en silencio: «te ofrezco mi amor».
No todos desean verte brillar,
ni en tu camino la pluma prestar;
mas quien lo hace con nobleza sincera,
te ama en la forma más pura y verdadera.
Laura Meyer
© 2025 Laura Meyer – Todos los derechos reservados.