corazónbardo

RAÍZ QUE NO SE ARRANCA-561

 

 

No se muere una casa, solo espera.

Su silencio no es ruina: es presencia.

Aun quebrada, sostiene la mirada

de quienes la fundaron con el alma.

 

El polvo no es olvido, sino rastro;

la grieta, un testamento sin palabras.

Una viga vencida no es derrota:

es un brazo que aún protege lo que abraza.

 

El eco del fogón vive en los muros,

como un corazón tibio que persiste.

No hay escombro que entierre la semilla

ni abandono que arranque las raíces.

 

Las casas no se van ni se despiden:

se quedan donde el alma se arrodilla.

 

Se alzan en la memoria, silenciosas,

como árboles viejos sin desplome.

Y florecen, tercas, entre las cosas

que el tiempo toca, pero no consume.

 

© Corazón Bardo