La paz no tiene doliente, va de ida,
cuál meretriz lo merece,
se vende en discursos huecos,
se olvida en cada herida.
¿Quién la llora cuando muere?
¿Quién la nombra sin mentira?
Se gana por hacer sufrir,
por saquear recursos en vida.
Estocolmo llegó al tope,
ahora viene su caída,
lucen el rostro de su tragedia,
dejó de ser una wikipedía.
Con medallas que ocultan la sangre vertida,
un aplauso para el premio de la ira,
la paz se disfraza en galas de mentira,
la aplauden quienes pactan con la mullida.
Mientras el pueblo cosecha su herida,
ya no es paloma, ni canto, ni consuelo,
un Ángel caído exhibe su premio.
es un trofeo que exhibe el desconsuelo.