Hiere la tristeza muy profundamente, viene el viento potente que arrasa la armonía, grita el alba fría de las mañanas crecientes.
Es tan cruel y existente, la nostalgia de cargar con la vida, pero mucho más peligroso es no saber cómo manejarla; somos como almas que se fortalecen en cuerpos sin amor, ni empatía.
Procede a la dulce calma mi impune melodía, percibe como sus alas traen el talento de sus alegrías, como calma a tu alma la realidad que no creías.
Algún día dejará de ser llanto, de preocupación e impotencia, saldrá a la oscuridad de las profundidades y brillará su luz eterna en lo amplio de la inconmensurable gratitud.
Verás con quietud las ondas de la vida, vivirás conforme en el amplio río, tomarás sus aguas y jamás tendrás sed ni te tomará desprevenido.
Abre los ojos y ve la realidad, dolores sin descanso y vacío en la soledad; abrimos la puerta perfecta, cuando encontramos la llave de la eternidad.