Hoy has pasado por las horas de mis días, como sueles pasar, y has abierto la triste herida de mi pecho, con pájaros de cristal.
No he dejado de pintar tus ojos al pan de la aurora, ni de soñarte luna al final de un camino. Has sido y serás siempre la razón por la que vivo, el misterio que alimenta mis mañanas, como una flor de esperanza que renace eterna al ras de un río.
Ya no me basta con decirte \"te amo\": necesito fundir tu imagen en el fuego de un ocaso, besar la noche que hizo tocar tu cuerpo y rendirle culto al dios que brindó tu abrazo.
Hacer de la vida nuestro primer beso, y de la muerte un lugar imposible, o al menos lejano, y del futuro nuestra patria, y de la noche nuestro día. ¿Y de nosotros? ¡Y de nosotros la historia de amor jamás contada!