Adrian Alfaro

Donde ya no estas...

Padre,
hoy te escribo sabiendo que no habrá respuesta.
Que el papel no puede devolverte,
ni las palabras alcanzan el lugar donde estás.
Pero aun así te escribo,
porque el silencio me duele más que la distancia.

Ha pasado tiempo,
y todavía me descubro buscándote en lugares donde ya no estás.
En el ruido del viento,
en el reflejo de una ventana,
en la manera en que a veces mi sombra se parece a la tuya.
Dicen que el tiempo cura,
pero no dicen que también borra,
y tengo miedo, padre…
miedo de olvidarme de tu voz,
de tu olor,
de tu risa cansada.

Guardo tus palabras como si fueran oración.
A veces hablo contigo en la oscuridad,
como cuando era niño y no podía dormir.
Y aunque sé que no contestas,
me aferro al silencio,
porque en él todavía existes un poco.

Te extraño con una tristeza que ya no sabe llorar.
Con ese vacío que no se llena ni con abrazos,
ni con días nuevos,
ni con promesas.
Porque nada compensa tu ausencia.
Nada.

A veces me enojo con la vida,
por haberte llevado tan pronto,
por no haberme dejado decirte todo lo que sentía.
Por no haber podido decirte que te amaba más de lo que entendía.

Padre,
ojalá puedas leer esto donde estés.
Ojalá el viento te lleve mis palabras
y te diga que sigo intentando ser fuerte,
aunque no siempre lo logre.

Si algún día el cielo me deja verte otra vez,
no quiero hablarte.
Sólo quiero abrazarte en silencio,
como se abrazan los que ya se habían perdido.