En la cúspide del poder, te alzaste,
promesas vacías, al viento lanzaste.
Con mano torpe, el país guiaste,
y en el abismo, la esperanza dejaste.
El pueblo clamaba, con dolor y angustia,
mientras la corrupción, cual sombra funesta,
devoraba los sueños, sin pausa ni tregua,
y la nación se hundía, en la más cruel muestra.
Pero el destino, cual juez implacable,
te arrebató el trono, con furia ineludible.
Otros corruptos, con rostro impasible,
te sacaron del poder, por actos censurables.
No hay gloria ni honor en tu caída,
solo el eco amargo de una gestión fallida.
El país herido, busca una salida,
en medio del caos, la esperanza afligida.
Que sirva de lección, tu triste historia,
para que nunca más, la ambición desmedida,
destruya la patria, con saña y desidia,
y que la justicia, al fin, sea cumplida.