Amor mío, en cada poema de amor, te noto.
Es imposible, olvidarme de tus dulces besos.
Tu separación, me ha dejado el corazón roto.
Es falso qué, mi alma y corazón, estén Ilesos.
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Cada día y cada noche, tu presencia aguardo.
Me embarga la tristeza en cada larga espera.
Sí te esperaré, aún guardo, tu blanco nardo.
Deseo ver en ti, aquella, tu pasión verdadera.
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En verdad, ya sé qué amar, es la gran odisea.
No es difícil, hechizarse, con un ente extraño.
En verdad, el enamorado, acepta lo que sea.
Por su necia ceguera, nunca avizora, el daño.
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¡En la idea de odiar y de amar, hay misterio.
Seguro, al no verlo, te anclas a un cautiverio!