No debí seducirla
más difícil resulta
no adorar la frescura
de una mágica ninfa.
Fue su imagen tan mística
como rayo de luna,
quien le dio a mi penumbra
luz radiante y divina.
Yo sabía de sobra
era amor sin futuro;
pues igual que las hojas
mi alma vuela sin rumbo:
¡Pero amaba sus formas
como bardo errabundo!
Autor: Aníbal Rodríguez