Moja la lluvia sus labios de fresa,
con la luz de la luna que ilumina
y me espera impaciente en esa esquina
susurrando el amor que me profesa.
Yo la veo a lo lejos y me apresa
con esa dulce voz que me fascina
me envuelve con esa risa genuina
haciéndome jurar esta promesa:
“Quererte para siempre”, le respondo
mirándola a los ojos tiernamente
y sellando esta alianza eternamente.
Saboreo su boca con mis labios
asiendo fuertemente su cintura
en un acto de paz y de dulzura.