Perdóname, Luna…
que mirando desde tribuna
noches de amor envidiaste
por quien sé también amaste.
Ayúdame, Luna…
deja recelos, acude oportuna.
Será menos pesada y dolida
la tristeza de su cruel partida.
Explícame, Luna…
cómo alcanzar tu fortuna,
de tu calma sin tocarlo,
de tu sosiego sin mirarlo.
Enséñame, Luna…
cómo sostengo las llamas,
cómo en ausencia amas
con tu serenidad de Luna.