la casa estaba sola,
pero olía a su risa.
en las paredes,
el calor hacía sombra
como si su espalda
todavía las tocara.
abrí las ventanas
y la ausencia entró
como un perro viejo.
la cocina estaba en silencio.
pero mi pecho no.
sudaba
como si sus manos
aún apretaran el aire.
hay casas que no se vacían.
sólo cambian de cuerpo.
Jennifer Abril ©
10/10/2025