Cuidarse…
no es egoísmo ni vanidad,
es un acto de respeto hacia el alma,
un diálogo silencioso
entre el cuerpo y el espíritu.
Cuidarse es escucharse,
cuando el ruido del mundo aturde,
cuando todo corre,
y uno solo quiere respirar despacio.
Es poner límites sin miedo,
decir “no” sin culpa,
y entender que quien se cuida
también aprende a amar mejor.
Cuidarse es sostener la mirada propia,
sin disfraz, sin exigencia,
sabiendo que incluso la sombra
forma parte de la belleza interior.
No siempre es fácil.
A veces el cansancio pesa
y el corazón se apaga un poco,
pero cuidarse es volver a encenderlo,
aunque sea con una chispa mínima de esperanza.
Cuidarse es aceptar que uno cambia,
que crecer duele,
que sanar lleva tiempo,
y que la paz no se encuentra afuera,
sino dentro, donde habita lo eterno.
Porque al final,
cuidarse no es alejarse del mundo,
es aprender a habitarlo con calma,
con gratitud y con verdad.
Es mirarse al espejo
y poder decir, sin dudar:
“Estoy aquí, sigo de pie,
me cuido… porque me quiero.” 💫