Se me escapó seis disparos, y a ti, se te fundió, un solo cáliz de enfado... Presioné los hueros agujeros del huerto, mientras ibas hirviendo, en susto de caldo. Besaste mis jadeantes balbuceos, tocaste el fondo de mi barril soprano... Cuanta tinta se vistió de luto, en pleno festín desnudo. El níquel de tus montañas flotantes, hicieron de mi paladar, una cruz de inocente madero, confeccionada al son de un desbordante caldero... Este, sentía mi sombra en deterioro, desatado... Encima, de un virgen mosaico, con ganas de aprender... del marfil parnaso sempiterno...