Divagando por mi soledad, frente al mar…
miro apagarse el día en la lejanía…
donde el cielo y el agua parecen coincidir.
Siempre ocupa mi atención…
ser testigo de aquel fenómeno supuestamente natural.
Eso del horizonte, para mí, resulta un caso sin resolver,
¿cómo es que se pueden unir dos desemejantes, tan distantes, en un sitio tan particular?
Las apariencias a veces burlan los sentidos,
se puede llegar a asegurar…
que una quimera es potencialmente verdad,
que lo absurdo se hace posible en la imaginación,
y que nada es improbable…
si las emociones confluyen con igual vigor y creatividad.
El mar es tangible,
se lo puede ver y sentir en su lógica expresión,
su resonancia se escucha en la noche… más imponente,
se percibe su ímpetu en su ir y venir,
su escarceo domina…y conmueve,
precipita los latidos…
y nos somete a su hipnosis peligrosamente,
de su encanto adictivo …no es fácil huir.
El mar tiene esa magia que atrapa,
hay algo en su inmensidad…que lo muestra misterioso,
y seduce…
es como si nos invitará a entrar en sus profundidades…
donde se oculta un mundo irreal.
En mis horas de desvarío siempre vengo a contemplar el mar…
con la consigna de verte emerger de sus cristalinos reflejos,
vestida con tu atuendo de sirena multicolor.
¿Qué me trae hasta aquí, frente al mar?…
cada vez que me arrincona la nostalgia,
¿qué extraño encanto me nubla la cordura?,
¿porque no puedo evitar…
la intensa dependencia que tengo por su hermosura?,
¿será que el universo me esta enviado una señal?…
¿tal vez me quiere insinuar… que espere por ti… en este enigmático lugar?