Como encadenada a un abismo
Cada paso hacia abajo
Creía que subía, no es lo mismo,
Yo le decía, venderse no es trabajo.
Ser el verdugo y el filo
Que desangra la mirada,
Del soplo divino
Del Dios de su infancia.
Sabe el cielo porqué lo hacía,
Que la excusa no es la soltería,
Que gozo y placer proveía
Y no venderse como mercancía.
El final el mismo siempre era,
Reproches y gritos, no comprendía
Porqué su mente a su cuerpo vendía,
Solo esperaba que no doliera.