Ricardo Castillo C.

POEMA DE LA DESPEDIDA

No hice más que lo justo en quien ama,

sin exigir, sin pedir, sin temer;

di lo sencillo que nace del alma,

di lo que un hombre sabe ofrecer.

 

Mis palabras fueron sinceras y claras,

jamás buscaron herirte, mujer;

yo fui directo, sin máscaras raras,

diciendo siempre mi simple querer.

 

Yo fui la sombra que fiel te esperaba,

fui la ternura que quiso insistir;

pero en tus ojos no había morada,

ni un solo instante para compartir.

 

Entiendo ahora que no soy tu historia,

que soy apenas un nombre fugaz;

pero en mi pecho conservo la gloria

de un sentimiento que nunca se irá.

 

Y si algún día el invierno te toca,

si alguna tarde te vence el dolor,

sabrás que hay brazos tendidos al aire…

que esperan tu sombra, buscando tu sol.